viernes, 5 de enero de 2018

La magia de los Reyes y sus ayudantes.


Hoy recordé lo que me sucedió hace un tiempo y que me dejó una gran enseñanza. Ya no recuerdo cuántos años ha de esto, pero el caso es que, circulando en la víspera de la noche de reyes, encontré en un crucero a un hombre vendiendo algunos productos que suelen comercializarse en esos lugares. Era ya tarde, más de las diez de la noche y sus ropas denotaban una situación humilde.

Lo primero que me vino a la mente fue que seguramente estaba trabajando para poder llegar a casa con un regalo para celebrar la tradición y sorprender a sus hijos.

Cuando se acercó a mí, le pregunté qué vendía y por qué estaba tan tarde, la respuesta confirmó lo que ya había imaginado, tenía que vender todo antes de poder contar con dinero suficiente para el cometido.

Afortunadamente en mi cajuela había algunos juguetes y pelotas que tenía preparados para una colecta a la que fui invitado, solo que ese proyecto entregaba los artículos a niños.

Después de preguntarle si tenía niños y/o niñas decidí darle los juguetes a él y de esa manera apoyar a ese “Rey Mago” que tenía, no la ilusión de un juguete, pero sí la ilusión de hacer felices a sus hijos a lograr su encomienda. Después de ver iluminada su cara y escuchar sus palabras de agradecimiento puedo decir que es la mejor noche de Reyes que he tenido en toda mi vida.

Esta nota, antes de que se tomen la molestia de decir que es mero lucimiento, la hago con la intención de mostrarles que los “Reyes Magos” no solo hacen felices a los niños, nos hacen felices a todos cuando logramos sorprender y llenar de felicidad nuestras casas y, como en este caso, que la alegría llegue de sus propias manos y no extrañas.

Les dejo la experiencia vivida y los invito a que hoy me acompañen desde donde están, a buscar un “Rey Mago” que requiera nuestro apoyo. Hoy que puedo hacerlo.

Ayuda a hacer la magia.