lunes, 26 de febrero de 2018

Autonomía en entredicho

La semana pasada se dio a conocer un hecho violento causado por el narcomenudeo dentro del campus de la UNAM con saldo de dos víctimas mortales.
Ante los asesinatos, las autoridades universitarias, en voz del rector de la casa de estudios y por su parte el Jefe del gobierno de la CDMX se han expresado y han condenado los hechos, oficializando así un problema añejo que no se había  atendido de cara al público en general. Sin embargo, las declaraciones me suenan una tanto débiles. Entre una promesa por parte del titular de la CDMX para no detener las acciones contra el narcomenudeo en las inmediaciones del campus y una tierna solicitud por parte del rector universitario, pidiendo al alumnado que se aleje de estos malandros, no hay cómo pueda verse una erradicación de este mal. Al menos en un corto plazo.

Quienes conocen el campus pueden darse una idea de lo complicado que resulta vigilar la totalidad de su extensión, sobre todo si las fuerzas del orden no pueden ingresar a realizar acciones y/o detenciones para no violentar la autonomía universitaria que está consagrada en la constitución y que ha sido causa de debates años atrás.

¿Qué debe considerarse como  autonomía universitaria?

Para dar respuesta a esta pregunta es necesario revisar lo que artículo tercero de nuestra carta magna menciona en su fracción VII (es invitación).

La autonomía está dirigida, como yo lo veo y puedo estar equivocado, a una libertad de pensamiento, de expresión, de reglamentos internos de la institución, de elaboración de programas educativos pero no encuentro una definición de autogobierno y tampoco la facultad para aplicar las leyes contra la delincuencia.

Creo que el discurso del rector sobre la problemática que este quiste causa dentro de las instalaciones del centro de estudios, es un llamado de auxilio que, eventualmente, va a motivar una revisión al tema de la autonomía tan resguardado por tanto tiempo y posiblemente ya se considere como tabú.

Son eras diferentes y el espíritu universitario deberá entenderlo,  aunque también el ambiente social no se presta para ello, va a requerir un gran trabajo de cobciliación política y social.

El campus es, sin duda, un reflejo de la sociedad muy claro y muy real, donde, si hay algo que cambiar, deberá hacerse en breve o de otra manera corre el riesgo de pudrirse inevitablemente.