miércoles, 4 de septiembre de 2019

50 años viviendo en el futuro

Mi papá nos llevó a la glorieta Insurgentes pocos días después de haber sido inaugurado el metro del entonces Distrito Federal. Casi anochecía y lo abordamos en esa estación para recorrer unas cuantas estaciones., la línea 1 no estaba concluida. Recuerdo que íbamos con uno de mis tíos y mis primos y seguro estoy que, aunque los que éramos niños entonces mostrábamos más emoción  que los adultos, ellos también lo estaban.

Para ese momento los locales que se destinaron para uso comercial en la glorieta  aún no estaban ocupados y en su lugar habilitaron una serie de exposiciones de las que solo recuerdo, por lo impactante que resultó para mí, una proyección multimedia con imágenes del mundo cuyo origen era  un rack con varios proyectores “carrusel", algo que nunca había visto y que me intrigaba la forma como los sincronizaban  con la música, no menos  atractiva, se trataba de “Inagadadabida” del grupo “Iron butterfly”, la combinación era por demás grandiosa.

También recuerdo que en la estación “Cuauhtémoc" , el pasillo entre el andén y los torniquetes, había puertas automáticas que se abrían a tu paso. Por supuesto que esto era más de lo que podía esperar, era testigo de la llegada del futuro, ese que veía en series de televisión y que me hacían preguntarme cuándo podría verlo y vivirlo. No más espera, el progreso humano ya estaba aquí, en mi ciudad y yo lo estaba disfrutando.

Esos son  mis primeros recuerdos del metro, pero no son todos, también  ha sido para muchos de nosotros pieza importante en nuestras vidas, no solo como medio de transporte, también como partícipe de nuestra vida diaria. Nos ha llevado a nuestros centros de estudio y a nuestros trabajos.  ¿Cuántas citas de todo tipo hemos hecho referenciándolo como punto de reunión de amigos, amores y hasta negocio: “Te veo debajo del reloj" era la frase de rigor. Y ahí permanecíamos largos minutos, ansiosos, con mariposas en el estómago hasta ver a nuestra chica y emprender la “cita" que cambiaría nuestras románticas vidas.

Por mucho tiempo me he sentido orgulloso como ciudadano y habitante de la ahora CDMX,  de este sistema de transporte al que he visto crecer pero también he visto saturarse y deteriorarse. Lamento el estado en el que se encuentra, muy posiblemente por el subsidio irresponsable del que ha sido objeto por cincuenta años aunado al vandalismo que con saña destruye aquello que no le cuesta ni vio nacer, que no valora lo que la ciudad nos ofrece. Detesto a esos gorilas pero también a aquellos que con sus demagogia también lo dañan, con bpalabras huecas sin sustancia que solo brotan para mantenerse “justificados" en su cargo.

A medio siglo del primer recorrido del “metro" es justo darle un nuevo valor y un reconocimiento por tantos momentos y huellas en nuestra vida, por lo que ha significado en ella. Feliz cumpleaños STC Metro.

Tu ru rú

sábado, 20 de julio de 2019

Apolo11 a tierra

Cincuenta años hace que el mundo se mantuvo pendiente de un suceso único, increíble y a la vez grandioso en términos de logro humano. El hombre (ser humano) pisaba por  primera vez la luna.

No obstante que  la iniciativa del proyecto respondió a la inversión de recursos de un solo país, la gloria y festejo se compartió con todos los que fuimos testigos del acontecimiento, todos nos sentimos partícipes de esa aventura y frente a nuestras televisiones permanecimos expectantes e inquietos.

La etapa final del proyecto inició el día del despegue del cohete Saturno V, el 16 de julio de 1969 a las 13:22 (hora del meridiano de Greenwich), 07:30 hora de México (no teniamos entonces ajuste del horario de verano). Aunque éramos unos niños de primaria eso no impedía que fuéramos expertos en la materia, el tema era obligado con nuestros compañeros. En lo personal, y no sé cómo, sabía en qué consistía el proyecto, la trayectoria del viaje, los nombres de los astronautas, las fases que el cohete debía realizar para poder llegar hasta lugar del descenso (Mar de la tranquilidad), cómo bajarían, el funcionamiento del traje y más. Recuerdo que mientras estaba en clase mi mente volaba y dibujaba en mis cuadernos estampas de la base de lanzamiento, casi a detalle, con el cohete antes, durante y en pleno ascenso.

Y cómo no emocionarse. Aquello que veíamos en películas, series y comics estaba por volverse realidad, no hay descripción posible del sentimiento. Era como dejar atrás al ser primitivo de las cavernas y pasar a una nueva generación, el ser humano mostraba el poder de su inteligencia, claro, con ayuda de algunos millones de dólares también.

No cabe duda que quienes pertenecemos a esta generación hemos sido afortunados por vivir este tipo de experiencias por demás emocionantes, hemos sido testigos presenciales del acelerado desarrollo tecnológico en todos los sentidos, hemos visto pasar máquinas, equipos y sistemas, de la ciencia ficción a la realidad. Somos incluso víctimas y esclavos de lo mismo, aunque definitivamente beneficiarios también.

Existe una teoría de conspiración alrededor del proyecto Apolo y su pináculo cuando la bandera se Estados Unidos se colocó en el suelo lunar. Hasta la fecha se siguen presentando supuestas pruebas del "engaño" del que muchos dicen fuimos objeto, dicen que todo fue un montaje y que gracias a la industria cinematográfica pudo montarse un escenario que hizo pensar que había sido un éxito. No lo sé, me niego a creerlo y echar por la borda la emoción del niño de nueve años aquella noche del 20 de julio de 1969. Ese niño se sorprendió y lo considera un hecho importante en su vida, no hay razón para él de dudar en lo que vio y sintió frente a la TV y percibió en el ambiente.

Dicen que la realidad supera cualquier fantasía y este puede ser un claro ejemplo. ¿Por qué habría de ser una excepcion?

Cambio y fuera.