sábado, 20 de julio de 2019

Apolo11 a tierra

Cincuenta años hace que el mundo se mantuvo pendiente de un suceso único, increíble y a la vez grandioso en términos de logro humano. El hombre (ser humano) pisaba por  primera vez la luna.

No obstante que  la iniciativa del proyecto respondió a la inversión de recursos de un solo país, la gloria y festejo se compartió con todos los que fuimos testigos del acontecimiento, todos nos sentimos partícipes de esa aventura y frente a nuestras televisiones permanecimos expectantes e inquietos.

La etapa final del proyecto inició el día del despegue del cohete Saturno V, el 16 de julio de 1969 a las 13:22 (hora del meridiano de Greenwich), 07:30 hora de México (no teniamos entonces ajuste del horario de verano). Aunque éramos unos niños de primaria eso no impedía que fuéramos expertos en la materia, el tema era obligado con nuestros compañeros. En lo personal, y no sé cómo, sabía en qué consistía el proyecto, la trayectoria del viaje, los nombres de los astronautas, las fases que el cohete debía realizar para poder llegar hasta lugar del descenso (Mar de la tranquilidad), cómo bajarían, el funcionamiento del traje y más. Recuerdo que mientras estaba en clase mi mente volaba y dibujaba en mis cuadernos estampas de la base de lanzamiento, casi a detalle, con el cohete antes, durante y en pleno ascenso.

Y cómo no emocionarse. Aquello que veíamos en películas, series y comics estaba por volverse realidad, no hay descripción posible del sentimiento. Era como dejar atrás al ser primitivo de las cavernas y pasar a una nueva generación, el ser humano mostraba el poder de su inteligencia, claro, con ayuda de algunos millones de dólares también.

No cabe duda que quienes pertenecemos a esta generación hemos sido afortunados por vivir este tipo de experiencias por demás emocionantes, hemos sido testigos presenciales del acelerado desarrollo tecnológico en todos los sentidos, hemos visto pasar máquinas, equipos y sistemas, de la ciencia ficción a la realidad. Somos incluso víctimas y esclavos de lo mismo, aunque definitivamente beneficiarios también.

Existe una teoría de conspiración alrededor del proyecto Apolo y su pináculo cuando la bandera se Estados Unidos se colocó en el suelo lunar. Hasta la fecha se siguen presentando supuestas pruebas del "engaño" del que muchos dicen fuimos objeto, dicen que todo fue un montaje y que gracias a la industria cinematográfica pudo montarse un escenario que hizo pensar que había sido un éxito. No lo sé, me niego a creerlo y echar por la borda la emoción del niño de nueve años aquella noche del 20 de julio de 1969. Ese niño se sorprendió y lo considera un hecho importante en su vida, no hay razón para él de dudar en lo que vio y sintió frente a la TV y percibió en el ambiente.

Dicen que la realidad supera cualquier fantasía y este puede ser un claro ejemplo. ¿Por qué habría de ser una excepcion?

Cambio y fuera.

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