domingo, 20 de mayo de 2018

Mi primera vez

No recuerdo exactamente dónde fue, pero no era lejos de casa. La cita ya tenía día y lugar con mucha anticipación. No había duda de que estaría ahí, era inevitable, necesario, urgente y ¡Diablos!, tenía que hacerlo.
La mañana del día marcado en el calendario lo tomé con calma, bueno, solo por fuera, por dentro existía una gran inquietud y zozobra, ¿Acaso es como lo cuentan? ¿Así premeditado, concientizado y calculado?,  o más bien ¿Era como muchos otros lo recuerdan que, estando en el acto, prefieren cerrar los ojos y simplemente hacerlo y ya, sin más, a otra cosa mariposa? ¡No!, lo mío tenía que ser especial, era mi iniciación en esas lides y más valía que contara y fuera memorable, al menos esa segunda parte resultó, aquí me tienen contándolo ahora.
La ansiedad suele traer consigo síntomas físicos en mucha gente, como sudor, respiración agitada, temblor, mariposas en el estómago y en casos extremos hasta salpullidos. Mi caso no era tan grave, además, yo no iba a dejar que la gente se enterara que era primerizo, aunque solo de verme la cara lo podrían adivinar, yo debía permanecer estoico e inmutable ante lo que estaba por suceder.
Me preparé a salir de casa con la convicción de lo que estaba a punto de hacer y sabía que debía asumir las consecuencias de mis actos ¿Cómo que no? Llegué al lugar de la reunión y ahí estaba ella, nueva y prístina, lista para recibirme, seguramente ya habían pasado algunos otros antes que yo pero eso no importaba, para mí, era totalmente nueva.
Esperé turno para poder registrarme, no puedes llegar así nada más como en tu casa, hay un orden y ni hablar, así debe ser. Los que estaban alrededor me veían, o mejor dicho, todos nos veíamos sabiendo que llevábamos la misma intención, éramos cómplices mudos del mismo acto.
Cuando ya estaba en lo privado y a punto de cumplir mi cometido dudé, ¡Vaya momento!, justo ahí me asaltan las interrogantes, no me critiquen. ¿Acaso semejante acto no merece una segunda pensada?
Ya en esas agarré y,  ¡Tómala! ¡Seco!, que lo hago, así como iba, el gran salto a la madurez estaba dado, y no solo lo digo por la edad que ya andaba por los veinte (no se rían, así me tocó). ¿Ella?, apenas se movió a pesar de su fragilidad, me retiré de inmediato muy orgulloso y contento, con la satisfacción de mi valor demostrado.
 En casa todos se enteraron, y hasta querían saber detalles de lo sucedido, obviamente no dije nada, eso es personal y privado...¿Qué les importa? Los amigos igual, estaban muy intrigados por saber cuál había sido mi experiencia, aunque ellos andaban por las mismas. Con ellos era diferente, de seguro algo les comenté, perdón.
Como ya lo dije, tenía que asumir las consecuencias de mis actos y no pasó más de una semana tal vez para saberlo, el resultado estaba entregado e incluso publicado ¡Teníamos un nuevo presidente!,  y no, no era por el que voté a pesar de la segunda pensada. Ni modo, mi primera elección presidencial no había dado la victoria al candidato que elegí, ya sería para la otra.
Si pensaste, morboso calenturiento, que hablaba de esa otra "primera vez" lo siento, no voy a comentarlo, esa es muy mía que por cierto, de verdad, ésa, esa otra, fue adorable y memorable.

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